Un liderazgo destacado está íntimamente relacionado con la capacidad que tiene la persona de sentir, comprender y aplicar efectivamente el poder y la perspicacia de las emociones para facilitar altos niveles de colaboración y productividad.

Frente a momentos de crisis, los líderes necesitan desarrollar su inteligencia emocional, como una habilidad clave, para facilitar el manejo del estrés, la gestión de los estados de ánimo en general y crear un ambiente para diseñar e implementar estrategias que beneficien tanto a sus equipos, como a ellos mismos.